El martes, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó por una mayoría significativa de 153 votos a favor, 10 en contra (incluyendo a Israel y Estados Unidos) y 23 abstenciones, una resolución que exige un alto el fuego inmediato en Gaza. A pesar de ser no vinculante, esta solicitud busca ejercer presión sobre Israel y otras partes involucradas en el conflicto.
La resolución se centra en la “catastrófica situación humanitaria en la Franja de Gaza”, expresando una preocupación abrumadora por la misma. En respuesta a un llamamiento sin precedentes del Secretario General de la ONU, Antonio Guterres, la Asamblea exige un cese de hostilidades inmediato, pidiendo protección para los civiles, acceso humanitario y la liberación inmediata de todos los rehenes.
El embajador palestino ante la ONU, Riyad Mansour, celebró el “poderoso mensaje” enviado por la Asamblea General. Sin embargo, la resolución no condena específicamente a Hamás, lo que ha sido criticado por Israel y Estados Unidos.
La embajadora estadounidense, Linda Thomas-Greenfield, expresó su preocupación por la falta de condena directa a los actos atroces, señalando la dificultad de no reconocer la gravedad de los crímenes. Por su parte, el embajador israelí denunció la resolución calificándola de “hipócrita” y pidiendo responsabilizar a Hamás por sus acciones.
Esta reunión extraordinaria de la Asamblea General fue convocada después de que Estados Unidos vetara un proyecto de resolución similar en el Consejo de Seguridad. La intensificación del conflicto en Gaza ha llevado a la ONU a advertir sobre una situación humanitaria límite, con un alto número de fallecidos y un sistema humanitario abrumado.